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martes, 26 de noviembre de 2013

EL EMPRENDEDOR

Tema de LIDERAZGO DE SERVICIO 

El Espíritu empresarial afecta directamente la vida personal del emprendedor de forma importante, lo que hace necesario que el individuo tenga conciencia de ello antes de dedicarse de lleno a sus proyectos. En el caso del emprendimiento, no se trata de una ocupación de 8 horas al día; se trata de responsabilidad total, en administrar el tiempo, Me es preciso hacer las obras del que me envió, mientras dure el día. La noche viene cuando nadie puede trabajar. Juan 9.4. Sin administración del tiempo es imposible el progreso. Lo esencial en la buena administración del tiempo es cambiar el punto de interés: concentrarse en los resultados, no en estar ocupados. Muchas personas pasan sus días repletos de actividades, pero obtienen muy poco porque no están concentrados en las cosas apropiadas. En nuestras vidas es mucho más valioso lograr efectividad que eficiencia, la efectividad engloba a la eficiencia. Ya que la efectividad es un equilibrio entre lograr los resultados deseados y hacer sostenible en el tiempo esos resultados. Evitando que la vida familiar del emprendedor se afecte, por cuanto el mal manejo del tiempo absorbe el emprendedor casi un 100%, dejándole muy poco espacio para compartir con su familia, lo que sin duda le causará traumatismos. Es por ello que en el emprendimiento no basta con que se comprometa el emprendedor; debe también comprometerse su familia, o por lo menos comprenderlo y apoyarlo, pues de lo contrario el emprendedor corre el riesgo de fracasar tanto en el proyecto como en su familia. La familia es un elemento básico en todo ser humano, lo cual no es ajeno al emprendedor, por lo que se hace necesario evaluar los efectos que la dedicación de tiempo completo a un proyecto pueda tener en las relaciones familiares. Cuando se decide ser emprendedor, hay que evaluar todos los aspectos posibles, tanto los pro como los contra. Entre menos deje al azar y la improvisación, más sencillo será sortear las dificultades.
Ser emprendedor es el resultado de una evolución, en muchos casos por experiencias difíciles siendo dependiente, asalariado. Las personas por lo general se inician como asalariados, debido a que nuestra cultura y nuestro sistema educativo están diseñados para sacar egresados al mercado laboral, mas no está diseñado para formar empresas. Es por eso que la gran mayoría de personas se inician como empleados y son muy pocas las que pasan a ser emprendedores. Para poder dar el salto de asalariado a emprendedor, se requiere cumplir el proceso con el hecho de ser asalariado.

En ocasiones la resistencia es tan fuerte, que ni siquiera es suficiente de cumplir el proceso de asalariado, sino que no se piensa en ser emprendedor hasta no ser despedido del trabajo, y lo que es aún mas preocupantes es que existen muchas personas que no ven el emprendimiento como una alternativa de desarrollo humano ni después de ser pensionados o estar desempleados. Para muchos, el emprendimiento es la última alternativa posible que podrían considerar, y solo la consideraran cuando estén hundidos en la crisis económica. Si la persona está conforme donde está, seguramente que ahí se queda. ¿Porque habría de moverse de donde está si ahí está cómoda? Esto nos lleva a otro factor importante que es el conformismo. En nuestro medio, las personas suelen conformarse con un sueldo aunque este no sea alto y deba trabajar mucho por el. La pregunta es, ¿es justo lo que gano? El conformismo es quizás el principal obstáculo para ser emprendedor cuando dejamos aun lado nuestras ambiciones de superación. Mientras estemos a gusto ( sin aspiraciones) no habrá un motivo para querer algo más, para llegar más lejos, para iniciar nuevos retos. Pero hay que tener cuidado, porque cuando asumimos el contentamiento no significa que tiene que mandar a volar sus aspiraciones o sus sueños, no es una actitud de; “Lo que será, será”; no es rehusarnos a ser mejores personas y superarnos en todas las áreas de nuestra vida. Superarse y mejorarse es bíblicamente correcto. No estoy diciendo que aprendamos a estar contentos con la injusticia o la maldad, ej. Si usted está en una relación donde está siendo abusada, tiene que salir de esa situación. El contentamiento es paz en el tiempo presente. Cuando estamos descontentos, nos sentimos como prisioneros del presente. Deberíamos aprender a sacarle jugo al momento y a priorizar el presente. Recuerde que somos del tamaño de nuestras ambiciones. Es más, sin que me quede nada por dentro digo: Soy ambicioso. Además, con toda claridad y orgullo me declaro un inconforme. Para alguno de ustedes estás afirmaciones les puede parecer grotescas, incluso indebidas. Pero, déjenme decirles algo: Ambición e Inconformidad no son malas actitudes. La ambición tiene un contenido pecaminoso por la asociación negativa que la gente hace con la avaricia. A su vez, la inconformidad se asocia a la queja constante y a la idea de que nunca nada está bien. Con ética, estos términos también son buenas palabras. Por temor a esas palabras, muchos han alejado el propósito de sus vidas. No se puede ser prospero (no solamente de dinero),  si no tenemos aspiraciones elevadas y si estamos instalados en el conformismo de la pereza o de la mediocridad. Que es diferente a ser conformista con la bendición de Dios que nos ayuda también a vivir una vida mejor en el sentido que no vamos a frustrarnos por lo que no tenemos y deseamos. La inconformidad bien causada debe ser una fiel compañera en todas las actividades desarrolladas por toda persona. Será el combustible que lo impulse a iniciar nuevas actividades, a explorar nuevos horizontes, el motor del desarrollo económico de la sociedad es decir beneficiar también a los demás. Cuando el asalariado esté inconforme con el cumplimiento de horarios, con la obligación de recibir órdenes y llamados de atención, con el hecho de tener que pedir permiso para todo, entonces tal vez no esta posibilitado de ser un emprendedor. Lo mismo aquel que ya es emprendedor, deberá estar inconforme con lo que ya ha logrado, pues será esa inconformidad la que lo impulse a expandir su negocio, a llegar a nuevos clientes, etc.
¡El NO puedo, es imposible!
La competencia se debe tomar como fuente de mejoramiento
Para todo emprendedor, si hay algo que le quita el sueño es la competencia, pues consideran, y con razón, que ella será el principal obstáculo a vencer en el desarrollo de su proyecto. Pero no necesariamente debe ser así. Todo depende desde el ángulo en que se miren las cosas. La competencia es un valor ético de tipo incuestionable, hablamos de "sana competencia", "la competencia incentiva la creatividad" La competencia, ha pasado a conformar un valor en torno del cual gira buena parte de nuestra actual estructura social. Las reglas de cada uno lo justifican todo y hasta hay reglas para las reglas. Fácil es decir, desde el concepto generalizado de la competencia, que "Platon ha crecido porque tenía encima el fantasma de Sócrates"; "Newton logró deducir la gravitación porque necesitaba demostrar que él era el primero y el mejor" y que "Einstein vivió buena parte de su vida tratando de mostrar lo equivocado que estaba Nils Bohr". Pensemos unos momentos, ¿realmente nuestros motivos de realización suelen ser estos? El problema se halla en el tipo de interpretación que demos a la respuesta ya que por lo general la misma será sí. Aquellos hombres, como tantos otros, estaban motivados o estimulados por diversas circunstancias pero no competían sino rivalizaban. El concepto justo de competir implica "un otro" el prójimo, sin ese otro no hay competencia alguna, porque necesito del otro para llegar a la excelencia. La competencia termina de plano con la equidad social. Sí, así de terminante. La idea preconcebida de competencia, debemos asimilarla a la lucha por el primer puesto, a que "sobrevive el más fuerte, el más apto". Este darwinismo social, más precisamente el positivismo, desarrollado por Spencer, cobra víctimas a cada segundo, no da tregua, "el yo y nadie mas" es una competencia no sana por lo tanto destructiva. El estructurante del comportamiento humano es el estímulo (¿que me estimula?), no la competencia.Tampoco nos es posible negar ciertos factores de competencia, en todos los órdenes de la vida, el punto está en no alentarla, en no "estimularla". La alteración de valores es tan curiosa que parece pecaminoso el plantearse una vida llena de estímulos, de amigos, de trabajo, de familia... de simpleza. Resulta que ahora, a quienes piensan de esa manera, se los acusa de ser personas con poca visión o conformistas. Escuchamos habitualmente "el mundo es de los valientes", "de los emprendedores". La respuesta a semejantes cuestiones es que hay gente que no se plantea la vida como un campo de batalla, con sus valientes y sus cobardes, es decir de forma destructiva, que tampoco participan de la idea errónea de los mal llamados "emprendedores". ya que el verdadero espíritu de emprendedor es enfrentar las crisis con nuevos retos y proyectos en cualquier área de la vida. Pero también se ve que si se emprenden una familia, un sueño grupal, un deseo de brindarse por completo a los que más se quiere. Si lo dicho significa ser emprendedor pues entonces todos somos emprendedores, y si esto es así ¿para qué insistimos tanto en ello? El punto es claro. La idea errónea de competencia asigna un valor muy diferente a la palabra emprendedor con lo cual deducimos con facilidad que los 'seres comunes' no son emprendedores, o tienen poca probabilidad de serlo, y que los 'no comunes' sí lo son o al menos se encuentran en buenas condiciones de lograrlo, nuevamente un campo de batalla: emprendedores vs. no emprendedores o comunes vs. no comunes. La no sana competencia profundiza las divisiones culturales al tiempo que alienta la formación y/o consolidación de las clases sociales, dato que se desprende de la observación de la realidad cotidiana. Miles y miles de personas en todo el mundo no desean ni llegar primeros ni ser los mejores sino saber llegar para servir. No porque sean torpes o poco "emprendedores", tienen una problemática diferente que los lleva a estructurar sus sistemas de vida sobre valores que no pasan ni pasarán por el concepto de competencia no sana, tampoco desean ser "líderes naturales". Estas personas desean tener mejores trabajos, mejores remuneraciones, mejores condiciones de vida, para ayudar a los demás. Sin embargo no tienen en mente la idea errónea de competencia para el logro de sus objetivos. Se encuentran, eso es claro, motivados y estimulados por muchas circunstancias pero no desean competir en términos que a cierta minoría podría interesar. 
LA VISIÓN ENFERMA DE LA COMPETENCIA

La "competencia" no es patrimonio de la naturaleza humana. "No que seamos suficientes en nosotros mismos para pensar que cosa alguna procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia es de Dios" (2 Corintios 3:5). Este pasaje de la Biblia entre otras cosas dice que no somos competentes por nosotros mismos, nuestra competencia proviene de Dios; si analizamos que como dijo el profeta “diga el débil fuerte soy” La motivación, la estimulación son innatos en ser humano. El hombre mismo no es concebible sin un estímulo. La competencia nace por la exaltación del estímulo, podemos decir que es una sobreexcitación que actúa sobre nuestro sistema de estímulos. Dicho de otra manera y más contundente, la competencia es la exaltación de ciertas pasiones motoras del ser humano. No hace falta su exaltación ni menos aún su exégesis. Tengo para mí que la mayor parte de la población mundial se arregla de acuerdo a sus circunstancias de sostener a la competencia en términos de disvalor moral. Por cierto que las mayorías y el poder son dos cosas bien diferenciadas, hasta pueden, en ciertos casos, ser opuestos. Defino que si etimológicamente competencia, proviene del verbo latino petere que significa pedir; a este verbo se le añade una preposición cum, que significa compañía, acompañamiento, y que al castellano pasó como la preposición; con lo cual genera la idea de establecer acción conjunta , la competencia conceptualizada a partir de su sentido etimológico, es una exigencia impuesta a un sujeto, exigencia que proviene de fuera: se refiere a “algo” que es solicitado que cumpla una persona, “o cosa”, por alguien ajeno al sujeto mismo. De ahí que el vocablo tenga una mal interpretación al usar una expresión de rivalidad, disputa o contienda. Hay que partir con aceptar que la competencia es un paradigma de rivalidad inevitable, que es inherente a toda actividad que el ser humano desarrolle. La competencia en el buen sentido puede ser el mejor objeto de estudio para entender el mercado, el cliente, el mismo producto o servicio. Nos puede ofrecer información sobre cómo se deben hacer las cosas y lo más importante, cómo no se deben hacer. Nos ofrece información de primera mano que de otra forma no sería posible conseguir sino haciendo las cosas por sí mismo, lo que indudablemente exige tiempo y tener que recorrer un camino de mas fracasos que de éxito. Es por eso que la competencia, en lugar de mirarla como un enemigo, debe mirarse como un objeto valioso de estudio que nos ayudará a realizar nuestro propio trabajo. De hecho, cuando se inicia un estudio de factibilidad de cualquier proyecto, uno de los primeros aspectos objeto de estudio, es precisamente la competencia. Muchos emprendedores se abruman cuando su proyecto debe enfrentase a una competencia feroz, lo cual, más que ser negativo, puede ser muy positivo, puesto que si se tiene una competencia fuerte, quiere decir que hay alguien haciendo las cosas muy bien, y que si la sabemos estudiar u analizar, aprenderemos de ella muy rápido. En conclusión, siendo la competencia inevitable, lo mejor es buscarle el lado justo, que siempre lo tiene.


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