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jueves, 24 de septiembre de 2020

Colombia tierra querida… PERO CON MENTES ENFERMAS.

Tema psicosocial-violencia.

Por.Carlos Venegas M.ps. 

Colombia tierra querida himno de fe y armonía, cantemos, cantemos todos GRITO de paz y alegria vivemos siempre vivemos a nuestra patria querida tu suelo es una oración y es un canto de la vida. Que linda letra de la canción de Lucho Bermúdez. Pienso que al escucharla y porque no al bailarla nos llena de alegría, pero también de nostalgia.  Y es que desde que tengo uso de razón he vivido en un país de sueños, fiestas y pesadillas, su ADN es muy folclórico y por lo tanto olvidadizo de eventos o circunstancias que han traído desgracia y maldición a nuestro  país. 

Hagamos un  breve  resumen de los últimos 30 años de este prontuario de injusticia y corrupción generalizada en toda la nación; La guerra, es la continuación de la política por otros medios... La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas con otros medios”. Consideran que la guerra es un concepto más amplio que no solo abarca el conflicto bélico entre sus contendientes, en su sentido tradicional y convencional, sino va más allá, es un amplio espectro de agresiones de toda índole que abarca todos los aspectos de la vida de un grupo, etnia, comunidad, clase social, pueblo, religión, nación o país, incluyendo el uso de tecnologías de avanzadas para lograr sus propósitos. La Guerra es el enfrentamiento organizado de grupos humanos armados, con el propósito de controlar recursos naturales en este caso para la siembra de la coca, por razones religiosas o culturales, por mantener o cambiar las relaciones de poder de la ultraderecha a la izquierda, que entre otras no saben qué tipo de izquierda es la que comulga, lo cierto es que ambas destellan despotismo (caso concreto; Venezuela o Cuba, miremos Corea del Norte), como también para dirimir disputas económicas. Lo cierto es que existen diferentes formas de guerra. Pero todas en dependencia de su magnitud traen consecuencias psicológicas para el ser humano y a todas es aplicable el caos o desastre que generan. Aunque usted no lo crea no es extraño que esto suceda pues en la Biblia se encuentra que en los últimos días para su regreso Jesús  dijo en el evangelio Lucas 21;

"Y cuando oigan de guerras y disturbios, no se aterroricen; porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no sucederá inmediatamente."10Entonces les dijo: "Se levantará nación contra nación y revolución contra estado; 11habrá grandes terremotos, y plagas y hambres en diversos lugares; y habrá terrores y grandes señales del cielo.

Esta nota se propone el objetivo de reflexionar sobre el carácter de desastre de la violencia por causa de la injusticia y en particular sus consecuencias psicológicas de esta guerra interna, además para que nos preparemos para estos tiempos, nada seguirá siendo igual, porque todo va empeorar ya que el ser humano no va a cambiar su manera de pensar. 

En el comienzo del siglo XXI empezamos como de costumbre la desigualdad económica y un incremento en el  desempleo, como consecuencia trayendo mayor violencia en todo el territorio nacional.  La violencia es un comportamiento que todavía sigue actuando en nuestra sociedad como medio para resolver los conflictos. Tenemos una cultura de violencia porque está enraizada desde inicios como república y hace parte de su historia, pero no es irreversible, existe el potencial y las posibilidades de cambiar la situación forjando una cultura de paz en cada individuo. Ya que la violencia, es aprendida, por tanto, puede ser desaprendida y reemplazada por otros mecanismos no destructivos, de resolución de conflictos. El problema es que no hay la voluntad de conseguirla por ninguna de las partes en conflicto, ni tampoco en el ciudadano común y corriente, ya que el problema que se esgrime es la injusticia. Hay impunidad y pulula en toda la nación, no se escapa nadie ni uno siquiera que actué con justicia; pero si se reclama con sevicia el castigo o venganza para los infractores y esto es todos los círculos sociales, donde se han polarizado la nación en dos bandos. En el marco de la violencia sociopolítica, cuando se habla de perpetrador no necesariamente se habla de personas con nombres y apellidos sino de grupos o estructuras con un proyecto político, económico y social que se impone, se imprime o se construye con el uso de la fuerza. Se trata de la Fuerza Pública, organismos de seguridad del Estado, su estrategia regular e irregular denominada paramilitares, que en mayor medida protegen intereses de sectores del poder establecido o posibilitan su enriquecimiento. Y se trata también de las guerrillas, como grupo político disidente en armas que pretende sabotear y/o instaurar otro orden. En la guerra se pretende herir, capturar o matar al adversario, y más allá de los códigos entre los guerreros, la población es convertida en víctima. Lo curioso es que todos han estado o está involucraros en otra enfermedad social, el narcotráfico. Veamos cómo esta enfermedad mental (Colombia es una población enferma mentalmente) que sale y se genera en el interior del individuo en su corazón está destruyendo la sociedad colombiana. 

Al mirar bajo el lente de lo psicosocial se estudia los siguientes  factores; En esta época el detonante es el desempleo según sea el origen que lo provoca, el desempleo afecta a diferentes clases de personas. Por un lado a personas con un cierto nivel de cualificación que son obligadas a abandonar sus trabajos por las sucesivas reformas; por otro, a personas con un nivel muy bajo de formación que pierden su relación laboral en diversos servicios por la situación recesiva. En ambos casos, siguiendo la aportación de Schlemenson (2002), el individuo desplazado del ámbito del trabajo se considera excluido de la sociedad, generando determinados comportamientos que, en muchas ocasiones, dificultan la puesta en marcha de determinados planes de acción que favorezcan la inserción o reinserción laboral de las personas desempleadas.  A eso hay que sumarle la violencia, asesinatos o desapariciones forzosas, que han ido generando protestas las cuales se han venido desarrollando en varias ciudades capitales del país (antes era en el campo) a partir del 21 de noviembre de 2019 al 21 de enero de 2020 fue la primera tanda. El motivo de las protestas habría sido el eventual descontento de los ciudadanos frente a las políticas económicas, sociales y ambientales del gobierno del presidente Iván Duque, así como el manejo que se le habría dado al acuerdo de paz con las FARC, el homicidio de líderes sociales (campesinos, indígenas y reinsertados exguerrilleros), así como diversos casos de corrupción dentro del gobierno colombiano. Colombia fue el segundo país más desigual de América Latina y el séptimo del mundo, del total de 194 países que existen en el planeta. Pese al crecimiento económico sostenido del producto interno bruto que se ubicó entre el 6,6% entre 2006-2014, el índice de desigualdad no cayó lo suficiente durante la época de mayor bonanza petrolera. 

El paquetazo de reformas neoliberales introducido por Iván Duque (sabio en reposo) en octubre del año 2019 terminó uniendo a los más diversos sectores del país, ya que todos se verán afectados de manera negativa. El 22 de noviembre el gobierno impuso un toque de queda en Bogotá y generó pánico y terror en los ciudadanos sobre la posibilidad de saqueos generalizados, dada la destrucción de infraestructura pública arrojando las siguientes cifras; El sistema de transporte masivo de Bogotá y Soacha, TransMilenio, resultó altamente afectado y con serios daños en la infraestructura de la mayor parte de sus estaciones (alrededor de 138). Se estiman los daños en más de 40.000 millones de pesos (10 millones de dólares), y miles de usuarios afectados por meses. TransMilenio moviliza 2.560.000 pasajeros diarios. Sin contar los desmanes en las otras capitales del país. 

Como si fuera poco la utilización de las redes sociales para fabricar iconos de destrucción y muerte sobre todo en la juventud. Amplia notoriedad ha acaparado el caso de la YouTube e influencia Daneidy Barrera Rojas, quien bajo el seudónimo "Epa Colombia", cuenta con miles de seguidores en redes sociales, y se auto filmó grafiteando una casa, destruyendo una estación de TransMilenio, aplicando golpes de martillos sobre los lectores digitales de las tarjetas de ingreso así como rompiendo puertas de vidrio de la Estación Molinos de Bogotá. En un vídeo de Youtube el grupo autodenominado Resistencia Civil Antidisturbios (RCA) de Medellín anunció que protegerá puntos del país en caso de violencia por parte de los manifestantes. Su líder, Jaime Restrepo, alias "El Patriota", es considerado de la línea de derecha radical relacionada al uribismo. En Bogotá, el grupo civil Defendamos a Bogotá también se mencionó preparado para responder en caso de violencia por parte de los huelguistas. En últimas fechas se ha destacado el tema de la violencia que desencadenaría el desviado uso de redes sociales, en especial entre la comunidad joven: se crean ‘hashtag’ para incitar a agresiones comunales, para saquear tiendas departamentales y otras actividades afines; los expertos aseguran que las plataformas generan una nueva gama de agresiones; si este panorama no es muestra de una patología de mentes enfermas entonces que es este fenómeno de violencia y muerte. Ver segunda parte, si es de su interés y valía favor divulgar esta nota.


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